sábado, 26 de abril de 2008

EPILOGOS

Estas manos que sostienen el papel
Son mi único testigo fiel
De las palabras que han quedado selladas
En medio de las tardes desperdiciadas

Este papel arrugado y primitivo
Se apropia de las palabras que escribo
Con mis manos confidentes
Llenas de caricias ausentes

Pero de ellas han nacido frases que hieren
O frases que alegran
Justo cuando ya no se requieren

No quise que hubiera malentendido
El decreto quedó establecido
Nunca fue mi intención decir “lo siento”
Yo puedo dudar, pero no miento:

Porque
La convincente excusa para ser fiel se ha desviado
Del camino de mentiras que hemos forjado
La última sonrisa de la mañana agoniza
Ya la pasión es como un puñado de ceniza
Y la torpe mente contradice y analiza
El calor de esta amistad tan pobre
Tan sumisa

Porque
La simbiosis se disloca de manera valiente
Habrá que ser un poco más obediente
A la alianza que aún es insuficiente
Para ignorar la verdad que nos miente

Porque
No supimos dónde ni cuando se descompuso
El inicio de este retroceso inconcluso
Pero mis manos instauran la modalidad alterna
De una disociación eterna

Porque
La solución de las diferencias y complementos
No es separar las lágrimas de los lamentos
Sino más bien encontrar las palabras correspondientes
Que justifiquen la indiferencia que consientes
Y ya que abarcamos este trillado contexto
Aprovecho para usar la indecisión como pretexto
La misma que contribuye a un desequilibrio
Promisorio y equitativo
Circundando las palabras que escribo
Nunca fue mi intención decir “lo siento”
Epílogos de una concordancia prohibida
Han cerrado el camino de mi vida…

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